Por Margarita Cedeño de Fernández.-
DIARIO VISION.-La desigualdad social es el principal tema que será abordado en la Agenda Post-2015, que conocerán los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas el próximo mes de septiembre. Es, sin lugar a dudas, el tema que más apremia las agendas de desarrollo económico, político y social de los países que conformamos la comunidad internacional; porque la desigualdad social es la principal amenaza al tejido social que es necesario para el desarrollo colectivo e individual de nuestras naciones.
Permitir que continúen los altos niveles de desigualdad social, no sólo es condenar a penurias y miseria inimaginables a miles de millones de personas en todo el mundo y en nuestro país, sino que también es negarles la posibilidad de desarrollar su potencial como seres humanos, lo que pondría en riesgo nuestra democracia y prosperidad.
Está claro que los altos niveles de desigualdad existentes son el resultado de políticas económicas que predominaron en la recta final del siglo XX, las cuales dejaron a los mercados la tarea de distribuir las riquezas, ignorando el papel fundamental que debe jugar el Estado en asegurar la participación de los ciudadanos en la economía de mercado, en igualdad de condiciones.
De ahí que ha surgido, en los últimos años, la preocupación del impacto de una distribución evidentemente desigual de las riquezas, que ha generado las convulsiones sociales que hemos visto en años recientes.
El impacto de esta situación en temas como la salud, la equidad de género, la educación, la convivencia pacífica, la seguridad ciudadana, la certeza jurídica y el desarrollo económico, son inmensurables, en tanto la desigualdad compromete el éxito de las políticas de desarrollo que lleva a cabo el Estado.
El consenso mundial para eliminar la desigualdad social quedará plasmado en la Asamblea General de las Naciones, el próximo mes de septiembre, donde el mundo asistirá a la proclamación del más ambicioso programa de desarrollo integral de los países de la comunidad internacional, que jamás se haya planteado.
Esto nos lleva a plantearnos la inquietud de si el compromiso que asumiremos será el de eliminar la desigualdad social y mitigar los efectos que ha causado en las poblaciones vulnerables o permitir que persista y nos arrope la deuda social que hemos acumulado y que ya cobra dimensiones de gran envergadura.
Desde Ghana hasta Alemania, desde Italia hasta Indonesia, desde Sudáfrica hasta República Dominicana, la brecha social existente se ha pronunciado en las últimas décadas, lo que ha quedado evidenciado en una encuesta mundial, donde se afirma que 7 de cada 10 personas consideran vivir en un país donde la desigualdad social ha aumentado en los últimos 30 años.
Evidentemente, no es un tema exclusivo de los países en vías de desarrollo, como el nuestro, sino que en los países ricos opera una división económica extremadamente marcada, donde el 10% de la población acumula el mayor porcentaje de las riquezas.
Ante el objetivo planteado en la Agenda Post-2015, de erradicar la pobreza extrema antes del 2030, el World Economic Forum ha advertido que el actual ritmo de crecimiento económico no es suficiente para cumplir dicho objetivo. En consecuencia, lo que se impone es combatir la desigualdad social, como lo han afirmado líderes mundiales de la talla de Barack Obama, el Papa Francisco, Joseph Stiglitz, al igual que distintos organismos internacionales.
¿Por qué es importante poner fin a la desigualdad social? Porque es la única forma de cumplir el objetivo de combate a la pobreza que nos hemos trazado, creando, en consecuencia, sociedades más cohesionadas, seguras y prósperas.
Es lo que los gobiernos del PLD han iniciado tímida, pero eficazmente, con Progresando con Solidaridad.