Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán se fuga de la cárcel en México.-

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AAcSwEzDiario Visión.-Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, de 60 años, el mayor narcotraficante del planeta, se ha dado a la fuga. Lo imposible ha ocurrido. El líder del cártel de Sinaloa se ha escapado a las nueve de la noche del penal federal de El Altiplano, la cárcel de máxima seguridad donde las autoridades mexicanas concentran al averno del crimen.

Los medios utilizados para burlar la vigilancia son aún desconocidos, pero dejan al Gobierno ante el más grave de los ridículos y ponen en duda su capacidad para hacer frente a este esquivo y peligroso criminal. Su captura hace un año, considerada como un éxito sin precedentes en la lucha contra el crimen, se enfrenta ahora a su anverso.

Y lo que es peor, a la natural sospecha de que pudo recibir ayuda desde el interior del presidio.

El último contacto visual con el capo se tuvo a las 20.52. Las cámaras de penal detectaron su presencia en la zona de lavado. Allí, siempre según la nota de la Comisión Nacional de Seguridad, los presos, además del aseo personal, limpian sus enseres. Al no reaparecer, los guardias acudieron a su celda. Estaba vacía. Las alarmas saltaron. Las autoridades pusieron en marcha un masivo protocolo de seguridad. El aeropuerto de Toluca, en el Estado de México, donde se ubica la cárcel, fue cerrado. Cientos se policías fueron desplegados por la zona. A primera hora de la madrugada mexicana, el operativo no había dado ningún resultado.

La cárcel de El Altiplano forma parte de las leyendas carcelarias mexicanas. En sus 27.000 metros cuadrados se mezclan desde el alcalde Iguala, José Luis Abarca, hasta criminales como Servando Gómez Martínez, alias La Tuta, líder de los Caballeros Templarios; el despiadado Edgar Valdez Villarreal, La Barbie; Héctor Beltrán Leyva, El H, o Miguel Ángel Félix Gallardo, El Padrino, el padre de los grandes narcos, incluido El Chapo. En los últimos años, jamás se había escapado de ahí ningún preso. Considerado inexpugnable, el penal está sometido a vigilancia excepcional y, al menos en apariencia, somete a los presos a un intenso control. Este hecho ha motivado episodios como la carta firmada en febrero pasado por todos los grandes capos en la que se que se quejaban de sus “indignas e inhumanas” condiciones.

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