Por Margarita Cedeño de Fernández.-
DIARIO VISION.-Recién ha concluido la cita anual que reúne a Jefes de Estado y de Gobierno, a los principales empresarios, académicos, personas influyentes del pensamiento futurista y curiosos del devenir del mundo. Me refiero a la reunión que se desarrolla cada año en la ciudad de Davos, en Suiza, durante la celebración del Foro Económico Mundial, a la que hemos tenido el privilegio de asistir.
La ciudad no ha sido elegida por casualidad. Sus 11 mil habitantes acogen a “2,500 participantes, 3,000 soldados, 1,500 policías y un número indeterminado de guardaespaldas, asesores y trabajadores temporales que son contratados para prestar servicios a los ilustres visitantes”.
Como ha reportado El País de España, el éxito de este modelo de cónclave mundial radica en que “no hay mucho que hacer allí (en la ciudad de Davos)”, más que asistir a los debates, mantener reuniones con clientes y empresarios y encuentros con responsables políticos.
Literalmente, cada año se construye y se piensa el mundo en Davos. Pero esta edición que recién concluye, ha debatido el concepto de la “cuarta revolución industrial”, a la que hace referencia Klaus Schwab –fundador del Foro Económico Mundial — en su obra de igual título.
El concepto aborda de manera visionaria la industria inteligente o la ciber-industria del futuro, que plantea la puesta en marcha de fábricas inteligentes sustentadas en el internet de las cosas, los sistemas ciberfísicos, la cultura ‘maker’ o ‘hágalo Usted mismo’ y la fábrica 4.0.
Es un hito en el desarrollo industrial que fusionará el mundo de la biología, el de lo físico y el de lo digital, con la promesa de conectar a billones de personas, mejorando dramáticamente la eficiencia de las organizaciones y un mejor manejo de los recursos naturales, lo que podría “subsanar el daño ambiental que han causado las anteriores revoluciones industriales”.
Durante el Foro Económico Mundial, Schwab ha hecho un llamado a los líderes mundiales para que “construyan un futuro que ponga a las personas en primer lugar, otorgándoles el poder sobre las tecnologías que se construyen para el bienestar de la humanidad.”
En ese tenor, los políticos juegan un rol sustancial, ya que la “política debe aspirar a que las personas se congreguen para hacer realidad logros extraordinarios”, como ha dicho el actor Kevin Spacey durante el evento.
Lo bueno es que el concepto de la cuarta revolución industrial se construye desde un enfoque de género, protección al medio ambiente, respeto de los derechos sociales y promoción de una mayor igualdad entre los seres humanos.
Abordar esta cuarta revolución industrial es “entender y perfilar cómo la tecnología impacta la vida de los seres humanos” y, más que nada, cómo podemos utilizar la tecnología para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Como afirma Schwab en su obra, estamos “siendo testigos de un cambio de paradigma de cómo nos comunicamos, cómo trabajamos, como nos expresamos, informamos y nos entretenemos”, lo que presente un gran potencial para “promover grandes cambios” para mejorar la salud, la educación, el transporte, y otras áreas que impactan el día a día.
Iniciativas como el Foro Económico Mundial no sólo nos conectan con la realidad socioeconómica del momento, sino que nos plantean una visión experimentada y locuaz del futuro cercano de la economía mundial.
Los planteamientos presentados en Davos por el más alto liderazgo del mundo, inspiran la cooperación público-privada, la que resulta vital para el correcto aprovechamiento de la revolución que estamos viviendo.
Si la tercera es la vencida, la Cuarta Revolución Industrial nos ha dado una nueva oportunidad a las economías emergentes, lo cual invita a los gobiernos y empresas a la reflexión y acción para impulsar proyectos que apunten hacia la construcción de las vías industriales de las tecnologías. No lo dejemos pasar.